De la misma manera, cuando las suelas de nuestros zapatos se frotan por fricción contra un suelo de pvc, aparecen cargas estáticas.

Todos hemos recibido alguna pequeña descarga al tocar la manivela de una puerta, nuestro coche o superficies similares. Esto también es electricidad estática y se produce porque, en ese momento, la humedad es baja y estamos utilizando un calzado con suela sintética. Si en el momento en el que una persona está cargada, toca otro cuerpo conductivo, se transmite ese mismo efecto de dar o recibir calambre.

Esta transferencia de cargas, que no es dañina para las personas, aunque sí desagradable, puede interferir en el adecuado funcionamiento de equipos o aparatos electrónicos o de ordenadores. Pero, además, pueden ser tremendamente peligrosas si se producen en una estancia en la que haya productos inflamables.

Los suelos de pvc conductivos y disipativos han sido creados precisamente para el adecuado y correcto funcionamiento de esos equipos o aparatos, evitando el peligro de descargas o explosiones al impedir que se formen chispas por carga estática.

En general, los suelos de pvc, que están fabricados con polímeros, son aislantes, es decir, no conducen la electricidad. Pero se convierten en electrostáticamente cargados cuando entran en contacto o por fricción con otros cuerpos conductivos.

Para evitar que esto suceda, con los peligros que puede ocasionar, en la fabricación de los suelos de vinilo se añaden productos como carbono de grafito y carbón negro o virutas de aluminio. La cantidad de grafito o de carbón que se debe añadir es del 20 al 50% del contenido sólido.

Como estos productos de relleno son oscuros no podremos obtener colores claros en el producto final.

En los últimos tiempos se ha utilizado un producto de relleno a base de fibras conductivas. La ventaja es que se pueden obtener suelos claros sin que se vean perjudicadas sus propiedades mecánicas.

La finalidad de la capa conductiva es evitar que se creen cargas estáticas.

Los suelos de pvc conductivos y disipativos se utilizan para zonas en las que se necesita un control estático y una gran resistencia pero sin renunciar a poder disfrutar de un acabado estético.

Un suelo conductivo o disipativo de calidad tiene que ser anti triboeléctrico, es decir, que no genere cargas eléctricas por fricción.

Los suelos conductivos y los suelos disipativos se diferencian por el grado de conductividad que posee cada uno.

En los suelos disipativos, las cargas fluyen a tierra lentamente y de una manera más controlada que con los materiales conductivos.

En los suelos conductivos, los electrones circulan fácilmente por la superficie a través del material.

Los suelos disipativos evitan que la descarga provenga del contacto humano.

Los suelos conductivos proporcionan una ruta para que la carga se desvanezca.

Pero, además de cumplir la finalidad específica para la que han sido creados, este tipo de suelos conductivos y disipativos son altamente resistentes al desgaste y tienen una gran durabilidad. Y es lógico debido a las áreas o zonas de alto tránsito en las que serán utilizados, como hospitales, quirófanos, laboratorios, salas de rayos X, industria eléctrica y electrónica, salas de ordenadores, industria de automoción, clínicas dentales o de estética, etc.

Son suelos muy resistentes a los productos químicos, arañazos y a la suciedad ya que cuentan en su fabricación, con una superficie mejorada de gran calidad.

Los suelos conductivos y disipativos son suelos impermeables, higiénicos y reciclables.

Son un tipo de suelo homogéneo, es decir, que sus propiedades están presentes en todo el producto, garantizando así su aspecto y rendimiento.

Suelen tener un espesor de 2 milímetros y se fabrican en formato de rollos o de losetas, siendo necesario, en ambos formatos, el uso de cordón de soldadura entre las piezas.

Además del criterio de la disipación o conducción, el área en la que van a ser utilizados estos suelos va a necesitar que reúnan otras características como la resistencia a los productos químicos, a las cargas mecánicas, la facilidad de su limpieza, un determinado grado de antideslizamiento o a unas condiciones de temperatura.

La elección de un suelo conductivo o disipativo se realiza atendiendo a dos aspectos: la protección de personas y la protección de equipos.

Muchas de las descargas electrostáticas se producen sin que se genere ninguna chispa. Una persona puede portar una carga pequeña y no sentir nada pero esta puede resultar lo suficientemente importante para causar un daño en un elemento electrónico que podría desembocar en fallos en el mismo.

Por lo que respecta a la protección de personas hay situaciones como, por ejemplo, un quirófano, en las que es necesario proteger al paciente de las descargas eléctricas.

Pero, además de poner en peligro a las personas, hay lugares donde las transferencias de cargas pueden generar incendios o explosiones.

Aunque el cuerpo humano puede soportar una carga mayor ( unos 3.000 voltios ) una descarga de tan sólo 100 voltios puede dañar un elemento electrónico.

Por tanto, los suelos conductivos y disipativos nos permiten mejorar la productividad en un ambiente seguro.

Por lo que respecta a su instalación y, dejando los aspectos demasiado técnicos para los profesionales, decir, brevemente, que este tipo de suelos, tanto los conductivos como los disipativos, se ha de instalar sobre una superficie firme, bien nivelada y limpia. Se debe utilizar un pegamento especial, conductor, para asegurar la evacuación de las cargas electrostáticas. En el caso de los suelos conductivos, se deben instalar sobre un circuito formado por hilo de cobre conectado con una toma de tierra.

Una vez instalados, las juntas se deben soldar en caliente con un cordón de soldadura.